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Sexagenaria sí. Algo prepotente también.

per Jordi Sedano

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Jordi Sedano./

Querida sexagenaria, sinceramente, creo que has estado bastante “desesperanzadora” con tu actitud el día de marras del maldito cajero. Igual la culpa es de los bancos por poner cajeros en  lugares tan provocadores como la Gran Vía. ¡Digo yo!

Esperanza, creo que es, realmente difícil, hacerlo peor. Y más para una “chica simpaticota” y con salero castizo como tú que, normalmente, sueles dar siempre la cara. No eres una ciudadana más, ¡Qué va¡. Tú has desempeñado  cargos públicos muy relevantes y, hoy por hoy, eres Presidenta del P.P. madrileño (nada más y nada menos). No, hoy no te puedes esconder bajo un argumento ramplón diciendo que, ese día eras una  ciudadana sexagenaria normal que conducía su automóvil “no sexagenario” como cualquier otro ciudadano normal. Eso es simplón, indigno de ti, poco edificante y nada ejemplarizante. Tú estás, como mínimo, obligada a cumplir las normas como todos los ciudadanos, pero además, estás moralmente obligada a ser humilde y dar ejemplo. Siempre.

 También en tus declaraciones del pasado martes, cinco días después del día de autos,  y seguramente presionada por tu entorno y tus asesores intentaste, sin apenas convicción, pedir públicamente perdón. Y digo que el martes estuviste fatal porque no se puede pedir perdón desde una actitud más próxima al ataque que al arrepentimiento. Apenas hubo convicción alguna en tus palabras y en tus gestos. No coló. Cuando se pide perdón, o se hace abiertamente y con convicción, o mejor “tatekieta” que dicen los tuiteros.

 El Rey, que precisamente no pasa por su mejor momento y que anda de charco en charco y tiro porque me toca, pues va y resulta que, cuando lo cogieron in fraganti “por la tierra del Cola-Cao” a escopetazo limpio con los indefensos elefantes,  pues por lo menos el hombre pidió disculpas con  sentimiento, entre sollozos y casi con la moquita colgando. Puso tal “sentimiento real” de culpa en la faena que incluso muchos republicanos le creyeron. Hasta yo casi le creí. ¡En serio¡.Pero lo cierto es que saber que en plena crisis nuestro Borbón senior y sus amigotes iban de  extranjis pegando tiros a los entrañables paquidermos no mola. ¿Cómo se puede pegar un tiro a un elefante a sangre fría sin inmutarse?, Hay que tener “real mala leche”. Lo siento Majestad. Por eso me gustan cada día más los de Oriente. Por eso y por que llegaron a Alcoy antes que a Sevilla. Qué digo Sevilla… ¡los primeros del mundo mundial!.

Pero, por otra parte, es cierto que el Rey supo estar convincente al pedir perdón “muleta en tierra”. Y si fingió su arrepentimiento, ¡caramba¡ por lo menos fue bueno fingiendo… “La Espe”, al contrario que el Monarca, ha estado de pena.

Dentro de pocos años seré sexagenario. ¡Mecagoenlaleche…¡ Espero que los años no me afecten ni me sirvan de muleta como a la rubia sexagenaria. Siempre he pensado que la edad es sinónimo de experiencia, sabiduría y saber estar, y lo sigo creyendo por los ejemplos que encuentro en el día a día. Está demostrado empíricamente que la edad y la gilipollez son variables que no tienen correlación estadística alguna.

Espero y deseo llegar a sexagenario sin menospreciar nunca ni a mis coetáneos, ni a los medios de comunicación, ni a los Agentes de Movilidad, ni a los Agentes de Policía, ni tampoco a los vigilantes de los parquímetros a los que prometo que si algún día me ponen una multa, además de pagarla, les trataré como debe ser, con el respeto que se merecen como profesionales que cumplen honradamente con su trabajo y, aunque no sean agentes de la autoridad, ni lleven moto, ni porra, igual me pongo en posición de firmes si me lo piden.

Esperanza si  vuelves a meter la pata, ¡no pasa nada¡ somos humanos y tú siempre has sido una mujer lista y “echá palante”. ¡Qué pasa¡ ¿Quién no ha metido la pata alguna vez en la vida? Las rubias y los rubios suelen ser más guapas/os pero también meten la pata, esto es algo que no tiene nada que ver ni con el tinte ni con la edad. Pero Espe, cuando pidas perdón, hazlo con sinceridad y con humildad. Tu vanidad te ha “retratado”. Ni Solroca lo hubiera hecho mejor. Sesenta años no son nada. A los sesenta queda tanto por hacer… Recuerda que al final del camino no nos espera la cima de la montaña sino la “esperanza” de la paz del valle.

Font: Jordi Sedano


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