Artis creatorium
per Luís Domingo Millan
Cuántas veces he oído decir: ¿Por qué vale tanto un cuadro? ¿Y en qué se basará para ponerle el precio? Las razones serían innumerables, ya que el arte es la historia de nuestra creación vestida para dos conceptos: uno es su valor económico; el otro, lo que representa la parte más importante que es su mito de creación, con su ritual histórico, con todo su color y valor fruto de la especialización. Ya entre los siglos XV al XVIII estaba bien considerado por la aristocracia, la iglesia y la alta burguesía, que fue sin duda la que le dio el valor económico fruto de su especulación entre dichos siglos, las pinturas se cotizaban como un valor social que dependía mucho de la fama que tuviera el pintor y su escuela.
En el siglo XX ciertos comerciantes de pigmentos se especializaron en representar a ciertos pintores, ya fuesen Matisse y Picasso. El caso de Vollart es mucho más significativo, ya que a Picasso le encargaría series especiales de obras y al cual le encargó la famosa Siute de Vollart en 1933 a base de cien grabados de técnicas diversas sobre el papel y que hoy en día es un mito. Otro artista valorado lo fue Henri Matisse, luego llegarían los nuevos marchants del arte y agentes intermediarios, sobre todo a partir del siglo XX hasta nuestros días. Es el caso de Daniel Kahnweiler, la burguesía de esos comienzos de siglo es la que crearía el coleccionismo del arte como valor de cultura y exquisitez, a la vez de una pertenencia de poder económico. Pero serán los pintores los que le darán la magia a lo creativo como un hecho, con toda su libertad de expresión nacida del conocimiento, a la vez que convertirá las paredes de los salones con esa nueva imaginería de estética, que serviría como un vestir de los nuevos siglos.
Han pasado más de cien años y, sin embargo, su avalancha de tendencias del arte futuro no entra porque sea bello sino como un bueno del arte, pues no forma parte de una verdad sino de un canto como expresión hacia lo bello. No es entrar en un ejercicio de oratoria sino de psicodrama como expresión de búsqueda estética con su entorno. Esa oratoria pero sin dioses antiguos, faltarán dos mil años, y el arte siempre seguirá siendo un ‘oraculor’ resucitando donde la investigación tiene que seguir su curso, que da vida a todo aquello que es crear con sus formas de nacer y morir. Porque ese es su ciclo formado por artistas creadores de uno mismo, de su laberinto. Y en la música como, como en la literatura, siempre tienen su causa puesto que toda liberación nace del conocimiento y sin conocimiento no hay liberación. Porque el conocimiento sin creación básica en el arte, igual que la existencia, uno es incapaz de asimilar los conceptos que nos sirven para crear arte, al igual que el que lo crea cuando es maduro y creativo llegando a su destino.
En teoría todo el mundo no es artista porque le falta la preparación técnica, cuesta pero no es lo más difícil para el pintor. Su cultura es oficio pero crear es otro mundo, en otro laberinto, que si estas armado artísticamente es cuando uno de verdad crea esas obras.
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